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fracturas óseas

Fracturas óseas: tipos, métodos de diagnóstico y tratamientos

Las fracturas óseas ocurren cuando un hueso se rompe o se fisura debido a un trauma, un accidente o una patología que debilita el hueso. Te contamos qué tipos hay, sus diagnósticos, complicaciones y rehabilitación después de las fracturas.

Tipos de fracturas óseas

Las fracturas se clasifican en varios tipos según la forma en que se rompe el hueso y su complejidad:

  • Fractura simple. El hueso se rompe en una sola parte, pero sin que los fragmentos de hueso salgan de la piel.
  • Compuesta (o abierta). El hueso roto atraviesa la piel, lo que aumenta el riesgo de infección.
  • Conminuta. El hueso se rompe en varios fragmentos pequeños.
  • Fractura por compresión. Ocurre cuando el hueso se aplasta, común en huesos como la columna vertebral.
  • Fractura en espiral. El hueso se tuerce, lo que provoca un tipo de fractura en forma de espiral.
  • Fractura en tallo verde. Es muy común en niños, en la que el hueso se dobla y se rompe parcialmente.
  • Fractura por estrés. Pequeñas grietas en el hueso, a menudo causadas por el uso repetitivo o el estrés constante, común en atletas.
  • Oblicua. El hueso se rompe en un ángulo en relación a su eje longitudinal.
  • Por avulsión. Un ligamento o tendón arranca un fragmento de hueso cuando se desprende.

Métodos de diagnóstico y tratamientos

El diagnóstico adecuado es fundamental para determinar el tipo y la gravedad de la fractura.

  • Radiografía (rayos X) Es la prueba más común y la primera opción para visualizar el hueso roto y determinar su alineación.
  • Tomografía computarizada (TAC) Proporciona imágenes detalladas en cortes transversales del hueso, útil para fracturas más complejas o en áreas difíciles de ver con una radiografía convencional.
  • Resonancia magnética (RM). Se usa principalmente cuando hay daño a los tejidos blandos alrededor del hueso o para fracturas por estrés que no son fácilmente visibles en radiografías.
  • Exploración ósea. Emplea pequeñas cantidades de material radiactivo para identificar áreas de crecimiento anormal o daño óseo, a veces usada para detectar fracturas por estrés.

Por su parte, el tipo de tratamientos varía dependiendo de la gravedad y el tipo, aunque es importante acudir a un traumatólogo para determinar qué tipo usar en cada caso.

Inmovilización

Utilizando férulas o yeso para mantener el hueso en su lugar mientras se cura.

Reducción cerrada

Recolocar el hueso sin cirugía, generalmente bajo anestesia. Luego se utiliza yeso o férula para inmovilizar.

Reducción abierta con fijación interna (ORIF)

En fracturas graves, se realiza cirugía para alinear los huesos y se utilizan tornillos, placas o clavos para mantener el hueso en su lugar.

Fijación externa

Un dispositivo externo sujeta el hueso a través de pines que se insertan en la piel y hueso. Se usa para fracturas complejas o abiertas.

Terapia farmacológica

Analgésicos y antiinflamatorios para controlar el dolor y reducir la inflamación.

Estimulación ósea

En algunos casos, se puede usar estimulación ultrasónica o electroestimulación para acelerar la cicatrización ósea.

Complicaciones asociadas a las fracturas

Algunas fracturas pueden presentar complicaciones durante la recuperación o el tratamiento:

  • Infecciones. En fracturas abiertas, la exposición al ambiente puede provocar infecciones óseas (osteomielitis).
  • Seudoartrosis. Esto ocurre cuando el hueso no se une correctamente, lo que lleva a una curación incompleta.
  • Consolidación retardada. El hueso tarda más de lo esperado en sanar.
  • Daño a nervios o vasos sanguíneos. Si el hueso está roto o su tratamiento afecta los nervios o vasos sanguíneos cercanos.
  • Síndrome compartimental. Un aumento en la presión dentro de un compartimento muscular puede llevar a la compresión de los vasos sanguíneos y nervios, causando daño tisular.
  • Trombosis venosa profunda (TVP). Después de una fractura, sobre todo en las piernas, puede formarse un coágulo en las venas profundas.
  • Rigidez o pérdida de movilidad. Puede ocurrir debido a una inmovilización prolongada o daños en las articulaciones cercanas. 

Rehabilitación y recuperación post-fractura ósea

El proceso de rehabilitación es esencial para restaurar la función y fuerza del hueso y los músculos circundantes

  • Fisioterapia. Programas de ejercicio para mejorar el rango de movimiento, fuerza muscular y flexibilidad. En las primeras fases, los ejercicios pueden ser pasivos, y a medida que el hueso sana, se introducen actividades más activas.
  • Terapia ocupacional. En fracturas óseas que afectan el uso de extremidades superiores, la terapia ocupacional ayuda a recuperar la funcionalidad en actividades diarias.
  • Nutrición adecuada. El consumo de calcio, vitamina D y proteínas es esencial para la recuperación ósea.
  • Movilización temprana. En algunos casos, movilizar el área afectada lo antes posible (bajo supervisión médica) puede acelerar la recuperación y evitar complicaciones como la rigidez articular.
  • Uso de dispositivos ortopédicos. Durante la recuperación, puede ser necesario el uso de muletas, andadores, o prótesis temporales para evitar la carga sobre el hueso afectado.
  • Monitoreo radiológico. Se realizan radiografías de seguimiento para evaluar el progreso de la curación ósea.

El tiempo de recuperación varía según el tipo de fractura, su ubicación y el tratamiento. Algunas fracturas simples pueden sanar de 6 a 8 semanas, mientras que otras, como las fracturas de cadera o las fracturas conminutas, pueden tardar varios meses en recuperarse completamente. La edad, el estado de salud general y el seguimiento adecuado de la rehabilitación también influyen en la recuperación.

El seguimiento adecuado y una buena rehabilitación son clave para una curación exitosa y para prevenir complicaciones.