El cuerpo y la mente son un binomio indisoluble. Lo que le ocurre al cuerpo tiene su réplica en la mente y viceversa. De la misma manera que un dolor físico afecta a nuestro estado de ánimo, un problema psicológico puede producir un mal físico. Esto es lo que se conoce como enfermedades psicosomáticas.
En términos generales, las enfermedades psicosomáticas producen dolencias físicas que no tienen una explicación biológica. Esto es, que se suelen presentar en el cuerpo en forma de síntomas físicos sin tener una dimensión fisiológica. O lo que es lo mismo, que no tienen origen en el cuerpo sino en la cabeza. Son muy comunes en trastornos gastrointestinales y enfermedades reumatológicas.
¿Son muy frecuentes las enfermedades psicosomáticas?
Se dice que más de un 12% de la población europea sufre este tipo de trastornos psicológicos, según recoge el periódico español ‘El Correo’.
Sus causas no son del todo claras. Aunque la mayoría de veces derivan de estados emocionales como…
- La ansiedad.
- El estrés.
- La depresión.
- La angustia.
Factores que crean alteraciones en el sistema nervioso que son las que pueden estar detrás de los síntomas físicos. No obstante, según fuentes del servicio de psicología de Clínica Levante, la medicina actual no ha descartado tampoco que tengan una dimensión hereditaria.
¿Qué tiene que ver en todo esto la pandemia del coronavirus?
Más de un año de pandemia pasa factura en la salud mental y psicológica de todas las personas. Las restricciones de movilidad, los toques de queda y el miedo a contraer la enfermedad son medidas que, aunque eviten la propagación del virus, contribuyen a la fatiga pandémica.
Según una encuesta del CIS, alrededor de un 80% de los españoles aseguraba que la pandemia del coronavirus había hecho mella en su salud mental con episodios de ansiedad, estrés, fatiga…
Así las cosas, la ansiedad y la angustia son el caldo de cultivo para la aparición de las enfermedades psicosomáticas. También hay que sumar otros factores que no ayudan a mantener el estado de ánimo a flote como por ejemplo:
- El aislamiento. Muchas personas o bien por obligación o bien por decisión propia viven aisladas del resto de personas para evitar contraer el Covid. Las personas mayores, entre las que más se cuentan.
- Control excesivo. Las personas que siguen a rajatabla las recomendaciones de las autoridades sanitarias y llevan hasta el extremo el cumplimiento de las medidas pueden sufrir alteraciones importantes en el estado de ánimo.
- El miedo y la preocupación por contraer la enfermedad. El miedo nunca es buen consejero para la cabeza, despierta los demonios interiores y repercute en nuestro estado de ánimo.
- La incapacidad de acostumbrarse a la nueva realidad. La normalidad de ahora no se parece en nada a los tiempos prepandémicos. Ni siquiera es como nos la imaginábamos tras finalizar el periodo de cuarentena. Esto hace que la gente coseche muchas frustraciones.
- La negación. Muchas personas viven la pandemia alejadas de la realidad y los peligros que conlleva. Esto hace que desarrollen un pensamiento paralelo que nunca es bueno para la salud mental.
Situaciones todas ellas que te exponen en mayor o menor medida a la posibilidad de padecer o sufrir un episodio psicosomático.