Aunque en la mayoría de los casos no se acude al ginecólogo ya sea por vergüenza o por desconocimiento, lo cierto es que es una especialidad muy necesaria. Las mujeres deben acudir al menos una vez al año para prevenir algunas enfermedades.
Como cualquier otro especialista acudir a una consulta ginecológica permite conocer el estado de salud del paciente, detectar patologías y poner un adecuado tratamiento.
Dentro de las consultas ginecológicas podemos diferenciar varios tipos. La primera y más usual, las de prevención y control. Es decir, no es necesario tener una patología para acudir. Se hace con el objetivo de prevenirlas. Se aconseja ir por primera vez a este tipo de consultas cuando se tiene algún síntoma, tras la primera relación sexual, cuando se tiene dolor con la regla, etc.
En segundo lugar, las consultas de patología. En este caso si tiene que ver con una patología concreta. Su objetivo es tratar la enfermedad y hacer un seguimiento del paciente. Pueden ser patologías por infección, por cáncer, quistes, etc.
Por último, las consultas obstétricias. Aquellas que se realizan en el embarazo. Hacer un seguimiento durante y tras el embarazo.
Listado pruebas ginecológicas
Existen diferentes pruebas ginecológicas que una mujer debe realizarse como es una citología o ecografía. Otras son necesarias para detectar enfermedades como la histeroscopia o la mamografía. No obstante, existen numerosas pruebas. Por ejemplo, densitometría o colposcopia, entre otras.
En este post vamos a tratar las más comunes:
Citología: También conocida por los especialistas como prueba de Papanicolau. Se trata de una prueba en la que se extrae una muestra de la vagina y del cuello del útero para detectar alteraciones. Por ejemplo, detectar infecciones, conocer el estado hormonal de la paciente, diagnosticar cáncer de cuello de útero, etc.
Se trata de una prueba indolora, aunque generalmente provoca algunas molestias. No obstante, depende de la situación de cada paciente y de la zona concreta de donde se extraiga la muestra.
Ecografía vaginal: La ecografía es la prueba, junto a la citología, más común de las pruebas ginecológicas rutinarias. Consiste en observar mediante ultrasonidos algunas partes del cuerpo como los ovarios, el endometrio y el útero. Puede realizarse desde el abdomen o directamente a través de una sonda que se introduce en la vagina. Permite detectar patologías como quistes, pólipos e incluso cáncer de cuello de útero o de ovarios. Como ocurre con la citología es una prueba indolora.
Histeroscopia: Se trata de un examen visual del cuello del útero y el útero en su interior. Para ello, se introduce una sonda, de unos tres milímetros en el útero. Se realiza en aquellos casos en los que la mujer ha sufrido alteraciones en el ciclo menstrual, cuando tiene malformaciones uterinas, pólipos o cualquier síntoma que implique una patología.
Mamografía: Es una de las pruebas más conocidas. Se trata de tomar una imagen de las mamas con rayos X para explorar el tejido mamario. Es una prueba muy recomendable para mujeres que están en edad con riesgo de padecer cáncer de mama (entre los 50 y los 75 años). Ayuda a detectar el cáncer de mama. Es una prueba que se complementa con otras técnicas como la ecografía o la biopsia. Como cualquier prueba que tiene radiación no es apta para mujeres embarazadas ni tampoco para aquellas que tengan dudas o sospechen que pueden estarlo.