La alimentación en los niños es un tema importante, que sobre todo con el primer bebé puede generar dudas en los padres. El biberón es utilizado para alimentar a los bebés con leche materna o fórmula infantil durante los primeros meses de vida.
Normalmente se recomienda que los niños hagan la transición del biberón a una taza o botella adaptada alrededor de los 12 meses de edad. Es el momento ideal para fomentar el desarrollo de habilidades motoras y que aprenda a beber de forma independiente. No obstante, hay que tener en cuenta que cada niño es diferente, y los tiempos pueden variar. Algunos tardarán menos y otros más. Lo único que si se alarga demasiado se recomienda acudir al pediatra para recibir la orientación adecuada y conocer los motivos.
Transición para eliminar el biberón
Eliminar gradualmente el uso del biberón requiere tiempo y paciencia. Se trata de un cambio importante en la rutina de la alimentación del niño.
A medida que el niño se acerca a los 12 meses de edad se recomienda introducir de forma gradual el uso de una taza, botella o vaso. Puedes ofrecer agua u otros líquidos en la taza durante las comidas para que el niño se acostumbre a beber de ella y no lo relacione exclusivamente con la leche.
Para ello, hay que reemplazar una de las tomas de biberón. Puedes comenzar con la toma de la tarde o la noche, ya que generalmente son las más arraigadas. A medida que el niño se sienta cómodo con el cambio, continúa reemplazando el resto de tomas de forma progresiva.
Cuando se haya conseguido reemplazar todas las tomas, se puede combinar con el uso de otros elementos como por ejemplo una pajita. Es la forma de acostumbrar al niño al uso de otros elementos para el consumo de leche.
Es importante mantener la consistencia y no volver a ofrecer el biberón una vez que hayas iniciado la transición. Puede ser tentador ceder ante la resistencia inicial del niño, pero es importante mantenerse firme en la decisión de eliminar el biberón.
Además, hay que tener en cuenta que la eliminación del uso del biberón puede ser emocional para el niño, ya que puede estar asociado con comodidad y seguridad. Por ello, puedes ofrecer consuelo y apoyo adicional durante el proceso de cambio, como abrazos, caricias y palabras de aliento.
Introducción de alimentos sólidos
La introducción de alimentos sólidos normalmente se produce alrededor de los 6 meses de edad, aunque esto puede variar dependiendo del desarrollo del bebé y las recomendaciones específicas del pediatra. Antes de comenzar con alimentos sólidos, es importante que el bebé muestre señales de estar listo, como ser capaz de sentarse sin apoyo, tener buena coordinación para llevarse objetos a la boca y haber perdido el reflejo de extrusión (empujar automáticamente los alimentos con la lengua).
Los primeros alimentos sólidos suelen ser purés o papillas suaves y fáciles de digerir. Se recomienda comenzar con una sola comida al día e ir aumentando gradualmente la variedad y la frecuencia de las comidas a medida que el bebé se acostumbra a los nuevos sabores y texturas. Es importante introducir los alimentos uno a la vez y esperar unos días entre cada nuevo alimento para detectar posibles reacciones alérgicas.
A medida que el bebé crece, se pueden introducir alimentos más texturizados y en trozos pequeños, fomentando el desarrollo de la masticación y la coordinación motora. Aproximadamente entre los 8 y 10 meses, muchos bebés pueden comenzar a comer alimentos blandos en trozos pequeños y blandos, como frutas y verduras cocidas y cortadas en pequeños trozos.
