lactancia materna

Tips para la lactancia materna

La lactancia materna es mucho más que un acto de nutrición; es un vínculo profundo entre madre e hijo que favorece el desarrollo físico, emocional y cognitivo del bebé. Además de aportar todos los nutrientes necesarios durante los primeros meses de vida, fortalece el sistema inmunológico del recién nacido y contribuye al bienestar de la madre. 

Sin embargo, muchas veces este proceso puede presentar desafíos, desde dificultades en el agarre hasta dudas sobre la frecuencia de las tomas. Conocer estrategias prácticas y consejos efectivos puede marcar la diferencia para que la lactancia sea una experiencia exitosa y satisfactoria tanto para el bebé como para la madre hasta el destete.

1. Posición y agarre correcto

  • Asegúrate de que el bebé tenga la boca bien abierta y abarque pezón y areola.
  • Mantén al bebé cerca del cuerpo, con la panza pegada a tu abdomen.
  • Cambia de posición para evitar dolor en los pezones (posición cuna, balón de rugby, acostada de lado).

2. Frecuencia y duración

  • Ofrece el pecho cada 2–3 horas o a demanda del bebé.
  • Deja que el bebé termine un pecho antes de ofrecer el otro.
  • La duración puede variar, pero lo importante es que vacíe bien el pecho.

3. Evitar suplementos innecesarios

  • La leche materna es suficiente para los primeros 6 meses.
  • Evita agua, jugos o fórmulas a menos que el pediatra lo indique.
  • Esto ayuda a mantener la producción de leche.

4. Alimentación y cuidados de la madre

  • Hidrátate bien y come alimentos variados y nutritivos.
  • Evita alcohol, tabaco y exceso de cafeína.
  • Descansa siempre que puedas; el cansancio afecta la lactancia.

5. Aliviar molestias

  • Para pezones doloridos: usa compresas de agua tibia y masaje suave.
  • Cambia de posición regularmente.
  • Consulta con un especialista si hay grietas o dolor intenso.

6. Estimular la producción de leche

  • Amamanta con frecuencia y a demanda.
  • Asegúrate de que el bebé vacíe completamente el pecho.
  • Considera la extracción manual o con sacaleches si estás separada del bebé.

7. Señales de buena lactancia materna

  • Bebé activo y alerta durante las tomas.
  • Mínimo 6–8 pañales mojados al día.
  • Aumento de peso adecuado según curvas de crecimiento.

8. Apoyo y educación

  • Busca grupos de apoyo de lactancia (consultoras, hospitales, asociaciones).
  • No dudes en pedir ayuda si sientes frustración o dudas.
  • La lactancia puede mejorar con guía profesional.

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Trastornos del sueño en la infancia

El trastorno del sueño infantil incluye cualquier dificultad significativa para dormir o mantener un sueño reparador, que afecta la salud, el comportamiento o el desarrollo del niño. Puede ser primario (originado en el sueño mismo) o secundario (debido a otra enfermedad).

Tipos 

  1. Insomnio infantil

    • Dificultad para iniciar o mantener el sueño.
    • Frecuente en niños pequeños y escolares.
    • Puede deberse a ansiedad, hábitos inadecuados de sueño o problemas médicos.

  2. Parasomnias

    • Son comportamientos anormales durante el sueño.
    • Ejemplos: sonambulismo, terrores nocturnos, pesadillas.

  3. Trastornos respiratorios del sueño

    • Apnea obstructiva del sueño (AOS) en niños.
    • Relacionado con amígdalas/adenoides grandes, obesidad o problemas neuromusculares.

  4. Trastornos del ritmo circadiano

    • Dificultad para conciliar el sueño a la hora habitual.
    • Ejemplo: síndrome de retraso de fase del sueño en adolescentes.

Causas

  • Factores ambientales: rutinas irregulares, exceso de pantallas antes de dormir.
  • Factores médicos: asma, reflujo, alergias, dolor crónico.
  • Genética: predisposición a ciertos trastornos del sueño.
  • Factores psicológicos: ansiedad, estrés, cambios en la familia.

Síntomas trastorno del sueño

  • Irritabilidad y cambios de humor.
  • Dificultad de concentración y bajo rendimiento escolar.
  • Somnolencia diurna excesiva.
  • Problemas de crecimiento si el sueño es crónicamente insuficiente.

Diagnóstico

  • Historia clínica detallada: hábitos de sueño, ambiente, salud general.
  • Cuestionarios de sueño infantiles.
  • Polisonografía: estudio del sueño en casos complicados.
  • Evaluación de enfermedades subyacentes (asma, apnea, ansiedad).

Tratamiento trastorno del sueño

Hay distintos tratamientos para este trastorno. En primer lugar, se suelen tomar medidas conductuales y de higiene del sueño. Esto implica como base, establecer horarios de sueño regulares y crear un ambiente adecuado: oscuro, silencioso y fresco.

También es importante limitar pantallas y actividades estimulantes antes de dormir. Se deben llevar a cabo rutinas relajantes: lectura, baño o música suave, entre otras.

Cuando estas medidas no funcionan, hay que acudir al tratamiento médico. En caso de apnea del sueño: cirugía (amígdalas/adenoides), CPAP. Hacer uso de medicación tiene lugar sólo en casos específicos y bajo supervisión pediátrica.

Lo menos frecuente son las intervenciones psicológicas. Se trata de terapia cognitivo-conductual para insomnio o ansiedad asociada. Además de dar apoyo familiar y educación sobre hábitos de sueño.

Consecuencias si no se trata

  • Problemas de aprendizaje y memoria.
  • Dificultades emocionales y de comportamiento.
  • Riesgo aumentado de obesidad y trastornos metabólicos.
  • Fatiga crónica y disminución de la calidad de vida.
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depresión

Tipos de depresión

La depresión es un trastorno del estado de ánimo que afecta a millones de personas en el mundo. No es solo sentirse triste, pues es un trastorno que implica una serie de síntomas que interfieren significativamente con la vida diaria.

Aunque no es del todo conocido, hay distintos tipos del trastorno. A continuación, explicamos cada uno de ellos:

Depresión mayor

La depresión mayor o trastorno depresivo mayor es un estado de ánimo persistentemente bajo, pérdida de interés en actividades cotidianas. Tiene diferentes síntomas como fatiga, cambios en el apetito, insomnio o hipersomnia. Además de los pensamientos negativos. Estos síntomas deben durar al menos dos semanas para que se diagnostique clínicamente.

Distimia o trastorno depresivo persistente

Es una forma crónica, menos intensa pero de larga duración. Sus síntomas pueden durar años, afectando el funcionamiento diario de quien la padece. Las personas con distimia suelen sentirse constantemente «apagadas» o desmotivadas.

Depresión estacional

Conocida como trastorno afectivo estacional, ocurre generalmente durante los meses de otoño e invierno, cuando hay menos luz solar. Se manifiesta con síntomas similares a la depresión mayor, pero sigue un patrón cíclico vinculado a las estaciones del año.

Depresión posparto

Afecta a algunas mujeres después del parto. Va más allá de la «tristeza postparto» y puede interferir con el vínculo entre madre e hijo. Requiere tratamiento médico y apoyo emocional especializado.

Trastorno bipolar (fase depresiva)

Aunque el trastorno bipolar se caracteriza por alternancia entre manía y depresión, la fase depresiva puede ser severa y prolongada. En la mayoría de los casos con síntomas similares a la depresión mayor.

Conocer los distintos tipos de este trastorno es fundamental para entender que no todas las personas la experimentan de la misma manera. Es importante tener el diagnóstico adecuado, reconociendo los síntomas para buscar ayuda profesional. Este es el primer paso hacia una mejor calidad de vida.

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cistitis

¿Qué es la cistitis?

La cistitis es una inflamación de la vejiga, generalmente causada por una infección bacteriana. Es una de las infecciones del tracto urinario (ITU) más comunes, afectando con mayor frecuencia a las mujeres debido a la anatomía de su uretra, que es más corta y está más cerca del ano, facilitando la entrada de bacterias a la vejiga. Sin embargo, también puede afectar a hombres y niños.

Síntomas comunes

Los síntomas de la cistitis pueden variar en intensidad, pero los más frecuentes incluyen:

  • Necesidad frecuente y urgente de orinar, incluso si solo se expulsa una pequeña cantidad de orina.
  • Sensación de ardor o dolor al orinar (disuria).
  • Dolor en la parte baja del abdomen o en la región pélvica.
  • Orina turbia o con un olor fuerte.
  • En algunos casos, puede aparecer sangre en la orina (hematuria).
  • Fiebre baja (aunque es menos común en la cistitis simple y puede indicar una infección más grave si es alta).
  • Sensación de presión en la vejiga.

Causas de la cistitis

La causa más común de cistitis es la entrada de bacterias, especialmente la Escherichia coli (E. coli), que normalmente vive en el intestino, a la uretra y luego a la vejiga. Otros factores que pueden contribuir a su aparición incluyen:

  • Relaciones sexuales, que pueden introducir bacterias en la uretra.
  • Uso de diafragmas o espermicidas.
  • Menopausia, debido a cambios hormonales que adelgazan los tejidos uretrales y vaginales.
  • Problemas que impiden el vaciado completo de la vejiga, como cálculos renales o un agrandamiento de la próstata en hombres.
  • Un sistema inmunitario debilitado.
  • Ciertas condiciones médicas como la diabetes.
  • El uso prolongado de un catéter urinario.

Tratamiento

El tratamiento de la cistitis generalmente implica el uso de antibióticos recetados por un médico. Es fundamental completar el ciclo de antibióticos, incluso si los síntomas mejoran, para asegurar la eliminación completa de la infección y prevenir recaídas o el desarrollo de resistencia bacteriana.

Además de los antibióticos, algunas medidas que pueden aliviar los síntomas y ayudar en la recuperación incluyen:

  • Beber mucha agua para ayudar aLavar las bacterias de la vejiga.
  • Evitar bebidas irritantes como el café, el alcohol y los refrescos con cafeína.
  • Aplicar una almohadilla térmica en el abdomen para aliviar el dolor.
  • Tomar analgésicos de venta libre, como ibuprofeno o paracetamol, si es necesario.

Prevención para la cistitis

Aunque no siempre es posible prevenir la cistitis, se pueden tomar algunas medidas para reducir el riesgo:

  • Beber muchos líquidos a lo largo del día.
  • Orinar con frecuencia y no retener la orina por mucho tiempo.
  • Limpiarse de adelante hacia atrás después de ir al baño, especialmente después de defecar.
  • Orinar después de las relaciones sexuales.
  • Evitar el uso de productos irritantes en la zona genital, como duchas vaginales, desodorantes íntimos o talcos.
  • Usar ropa interior de algodón y evitar prendas ajustadas que puedan atrapar la humedad.
  • Ducharse en lugar de bañarse en tina.
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hidratación

¿Por qué es importante la hidratación?

La hidratación es fundamental para la vida y el buen funcionamiento de nuestro organismo. El agua es el componente principal del cuerpo humano (representa aproximadamente el 65% en adultos), y cada célula, tejido y órgano depende de ella para funcionar correctamente.

Motivos por lo que es importante la hidratación

  • Regulación de la temperatura corporal. El agua ayuda a mantener una temperatura corporal estable a través de la sudoración.
  • Transporte de nutrientes y oxígeno. El agua es el solvente que permite transportar hidratos de carbono, proteínas, vitaminas, minerales y otros nutrientes esenciales, así como oxígeno, a todas las células del cuerpo.
  • Eliminación de desechos y toxinas. Facilita la eliminación de productos de desecho del metabolismo y toxinas a través de la orina y las heces.
  • Lubricación de articulaciones y órganos. El agua actúa como lubricante para las articulaciones y protege los tejidos y órganos, incluida la médula espinal.
  • Salud digestiva. Contribuye a una buena digestión, ayudando a triturar y trasladar los alimentos a través del tracto gastrointestinal y previniendo el estreñimiento.
  • Función cerebral y rendimiento cognitivo. Una hidratación adecuada es vital para un funcionamiento cerebral óptimo. Incluso una deshidratación leve (pérdida del 1-2% del peso corporal debido a la pérdida de agua) puede afectar la concentración, la memoria a corto plazo y la capacidad de procesamiento del cerebro.
  • Niveles de energía. La deshidratación puede provocar fatiga y cansancio. Mantenerse hidratado ayuda a mantener altos los niveles de energía.
  • Salud de la piel. Ayuda a mantener la piel hidratada, elástica, flexible y con una apariencia más saludable y luminosa.

¿Cuánta agua se debe beber al día?

No hay una fórmula única, ya que la cantidad varía según la edad, el sexo, el nivel de actividad física, el clima y el estado de salud individual. Sin embargo, como referencia general:

  • Hombres adultos. Aproximadamente 3.7 litros (15.5 tazas) de líquidos al día.
  • Mujeres adultas. Aproximadamente 2.7 litros (11.5 tazas) de líquidos al día.

Es importante recordar que esta cantidad incluye líquidos de todas las fuentes, no solo agua, como frutas y verduras. La sensación de sed suele ser una buena guía para la mayoría de las personas sanas.

Consecuencias de la deshidratación

La deshidratación se produce cuando el cuerpo pierde más líquidos de los que ingiere. Los síntomas pueden variar de leves a graves e incluyen:

  • Síntomas leves. Sed, boca seca, orina oscura y concentrada, fatiga, mareos, dolor de cabeza.
  • Síntomas moderados a graves. Sed intensa, disminución significativa de la producción de orina, ojos y mejillas hundidos, piel seca y menos elástica, confusión, irritabilidad, pulso rápido, respiración acelerada, y en casos extremos, pérdida de conocimiento, shock hipovolémico (disminución drástica del volumen sanguíneo), coma e incluso la muerte.
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manchas en la piel

¿Cómo cuidar tu piel de las manchas en verano?

El verano es la época en la que más manchas en la piel aparecen o al menos, se hacen más visibles. Esto se debe principalmente a la radiación ultravioleta (UV) del sol.

¿Por qué aparecen las manchas en verano?

Cuando la piel se expone al sol, se activa un mecanismo de defensa natural: la producción de melanina. La melanina es el pigmento que da color a nuestra piel y actúa como un filtro solar natural. Sin embargo, una exposición excesiva o prolongada al sol puede hacer que la melanina se distribuya de manera irregular, concentrándose en ciertas áreas y dando lugar a las manchas oscuras que conocemos como hiperpigmentación.

Además del sol, hay otros factores que pueden influir en la aparición o empeoramiento de las manchas:

  • Factores hormonales. El embarazo (melasma o «paño»), el uso de anticonceptivos o desequilibrios hormonales pueden hacer que la piel sea más sensible al sol y propensa a desarrollar manchas.
  • Genética. Algunas personas tienen una predisposición genética a desarrollar manchas.
  • Edad. Con el envejecimiento, la piel acumula daño solar y es más propensa a la aparición de léntigos solares («manchas de la edad»).
  • Inflamación. Algunas afecciones cutáneas inflamatorias (como el acné, quemaduras o irritaciones) pueden dejar una pigmentación postinflamatoria que se oscurece con la exposición al sol.
  • Ciertos medicamentos. Algunos fármacos pueden aumentar la fotosensibilidad de la piel.

Tipos de manchas más comunes en verano

  1. Léntigos solares. Son las «manchas de la edad» o «manchas solares». Suelen ser planas, de color marrón claro a oscuro, y aparecen en zonas crónicamente expuestas al sol como la cara, el escote, las manos y los brazos. Son una consecuencia directa del daño solar acumulado.
  2. Melasma (o cloasma). Son manchas más grandes y difusas, generalmente de color marrón claro a oscuro, que suelen aparecer en la frente, mejillas, labio superior y barbilla. Suelen tener un componente hormonal muy importante (embarazo, anticonceptivos) que se exacerba con el sol.
  3. Pecas (efélides). Son pequeñas manchas marrones que se oscurecen y se multiplican con la exposición al sol en personas de piel clara. A menudo desaparecen o se aclaran en invierno.
  4. Hiperpigmentación postinflamatoria (HPI). Manchas oscuras que quedan después de una lesión en la piel (acné, quemaduras, irritaciones, picaduras de insecto). Se vuelven más evidentes con la exposición solar.
  5. Queratosis seborreicas. Son lesiones benignas, a menudo elevadas, de color marrón a negro, que parecen «pegadas» a la piel. Aunque no están directamente relacionadas con el sol como los léntigos, pueden oscurecerse con la exposición.

Prevención de las manchas en verano

Consejos importantes:

  • Protección solar rigurosa:
    • Usa un protector solar de amplio espectro (UVA y UVB) con un SPF de 30 o superior todos los días, incluso en días nublados.
    • Reaplica cada 2 horas, o con mayor frecuencia si sudas mucho o te bañas.
    • Aplica una cantidad suficiente (aproximadamente una cucharadita para la cara y el cuello).
  • Evita las horas de máxima insolación. Intenta no exponerte directamente al sol entre las 10:00 y las 16:00 horas, cuando los rayos UV son más intensos.
  • Ropa protectora. Utiliza sombreros de ala ancha, gafas de sol y ropa con protección UV (o ropa de manga larga y pantalón largo de tejidos frescos).
  • Busca la sombra. Siempre que sea posible, permanece bajo una sombrilla, un árbol o cualquier otra fuente de sombra.

Tratamiento de las manchas en la piel

Si ya tienes manchas, existen tratamientos que pueden ayudar a aclararlas o eliminarlas. Es importante ser constante y, en muchos casos, buscar la orientación de un dermatólogo.

  • Productos despigmentantes tópicos. Cremas y sérums con ingredientes activos como:
    • Hidroquinona. Un potente despigmentante, solo bajo prescripción médica.
    • Retinoides (retinol, tretinoína). Ayudan a la renovación celular y a distribuir la melanina de forma más uniforme.
    • Ácido kójico, ácido azelaico, ácido tranexámico, niacinamida, arbutina, vitamina C. Menos irritantes, pero efectivos para inhibir la producción de melanina y aclarar las manchas.
  • Peelings químicos. Aplicación de soluciones químicas que exfolian las capas superficiales de la piel, eliminando el pigmento acumulado y estimulando la regeneración celular.
  • Láser y luz pulsada intensa (IPL). Tratamientos médicos que utilizan energía lumínica para fragmentar el pigmento de las manchas, que luego el cuerpo elimina. Son muy efectivos para léntigos solares.
  • Crioterapia. Congelación de la mancha con nitrógeno líquido, especialmente para léntigos.
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alimentos sólidos

Introducción de alimentos sólidos en bebés: ¿Cuándo y cómo?

La introducción de alimentos sólidos es una de las etapas más importantes en el desarrollo del bebé. Es un tema que genera muchas dudas, sobre todo en padres primerizos. Surgen muchas dudas como: ¿cuándo es el momento adecuado? ¿Cómo se hace correctamente? 

¿Cuándo empezar?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la mayoría de asociaciones pediátricas recomiendan iniciar la alimentación complementaria a los 6 meses de edad, siempre que el bebé haya alcanzado ciertos hitos del desarrollo. Es importante que pueda mantenerse sentado con apoyo, tenga buen control de la cabeza y haya perdido el reflejo de extrusión (ese gesto de sacar la lengua al tocarle los labios).

No es recomendable adelantar esta etapa, ya que antes de los 6 meses la leche materna o de fórmula cubre todas las necesidades nutricionales del bebé y su sistema digestivo aún está inmaduro.

¿Cómo empezar con los alimentos sólidos?

El proceso debe ser gradual, respetuoso y sin prisas. Al principio, el bebé debe comer pequeñas cantidades, con el objetivo de explorar texturas, sabores y aprender a usar su boca de nuevas formas.

Se puede iniciar con purés o papillas suaves. Aunque cada vez más familias optan por el método Baby Led Weaning (BLW), que consiste en ofrecer alimentos sólidos en trozos que el bebé pueda manipular y llevarse a la boca por sí mismo. 

Consejos 

  • Introduce un alimento nuevo cada 2-3 días para observar posibles reacciones alérgicas.
  • Evita la sal, el azúcar, la miel (hasta el año), frutos secos enteros y alimentos duros que puedan causar atragantamiento.
  • Acompaña al bebé en todo momento mientras come.
  • Sé paciente: algunos días comerá más y otros apenas probará. Es parte del proceso.

La alimentación complementaria no reemplaza la leche, sino que la complementa. La leche materna o de fórmula seguirá siendo la fuente principal de nutrición durante el primer año.

Escuchar y respetar el ritmo del bebé es clave para que esta nueva etapa se convierta en una experiencia positiva y saludable.

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Los orzuelos: causas, síntomas y tratamiento

Los orzuelos son inflamaciones agudas y dolorosas que se producen en el borde del párpado, generalmente como consecuencia de una infección bacteriana. Su apariencia es similar a la de un pequeño grano o forúnculo, y suelen estar causados por la obstrucción e infección de las glándulas sebáceas de Zeiss o de las glándulas sudoríparas de Moll, situadas en los párpados.

El agente infeccioso más común es la Staphylococcus aureus, una bacteria que normalmente vive en la piel sin causar daño, pero que puede provocar infección si penetra en los folículos pilosos o glándulas del párpado. Existen dos tipos de orzuelos: los externos, que aparecen en el borde del párpado y afectan a las glándulas sebáceas, y los internos, que se desarrollan dentro del párpado, afectando las glándulas de Meibomio.

Síntomas 

Los síntomas más frecuentes incluyen enrojecimiento, dolor, hinchazón y sensibilidad en la zona afectada. En algunos casos, puede haber lagrimeo, sensación de cuerpo extraño en el ojo o formación de una pequeña pústula con pus. Aunque son molestos, los orzuelos no suelen representar un problema grave y en la mayoría de los casos desaparecen por sí solos en un plazo de una semana.

Tratamientos para los orzuelos 

El tratamiento más habitual consiste en la aplicación de compresas tibias sobre el párpado afectado durante unos 10 a 15 minutos, varias veces al día. Este método ayuda a reducir la inflamación y a facilitar el drenaje espontáneo del pus. Es importante no apretar ni intentar drenar el orzuelo manualmente, ya que esto puede empeorar la infección o diseminarla.

En casos más severos o persistentes, puede ser necesario acudir al médico. Especialista que podría recetar antibióticos en forma de pomadas o gotas oftálmicas. En situaciones raras, podría requerir una pequeña intervención quirúrgica para drenarlo.

Prevención

Para prevenir la aparición de orzuelos, se recomienda mantener una buena higiene facial y de manos. Evita tocarte los ojos con las manos sucias y retirar adecuadamente el maquillaje antes de dormir. Las personas que usan lentes de contacto deben asegurarse de limpiarlas correctamente.

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verano

Cuidados para tener en verano

El verano es una época muy esperada. Desconexión, diversión, etc. Pero para ello, hay que prestar atención a ciertos aspectos de la salud para evitar problemas derivados del calor, la exposición al sol o los cambios de rutina.

Protección solar

  • Usa protector solar de amplio espectro (mínimo SPF 30) y reaplícalo cada 2 horas.
  • Evita la exposición directa al sol entre las 12:00 y las 17:00 h.
  • Utiliza gorra, gafas de sol y ropa ligera que cubra la piel.

Hidratación constante

  • Bebe al menos 2 litros de agua al día, incluso si no tienes sed.
  • Evita el exceso de alcohol y bebidas azucaradas.
  • Consume frutas y verduras con alto contenido de agua (sandía, melón, pepino).

Cuida tu piel

  • Siempre después de la exposición al sol, hidrata bien la piel. Es aconsejable el aloe vera.
  • Evita las quemaduras solares, ya que pueden tener consecuencias a largo plazo.

Alimentación saludable en verano

  • Mantén una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y alimentos frescos.
  • Evita comidas muy pesadas, grasas o con exceso de sal.
  • Tener cuidado con los alimentos que consumimos en la playa o piscina. Hay que conservarlos adecuadamente. 

Precaución con los golpes de calor

  • Los síntomas incluyen mareos, dolor de cabeza, debilidad y piel enrojecida.
  • Permanece en lugares frescos y ventilados.
  • Si alguien muestra síntomas, coloca paños fríos, hidrátalo y, si es grave, busca atención médica.

Prevención de picaduras

  • Usa repelente de insectos, sobre todo en zonas de campo o con agua estancada.
  • Coloca mosquiteras si es necesario.
  • En caso de picadura, limpia la zona y aplica un producto calmante.

Ejercicio, pero con precaución

  • Haz deporte a primera hora de la mañana o al final de la tarde.
  • No te exijas demasiado con altas temperaturas.
  • Hidrátate bien antes, durante y después del ejercicio.

Especial atención a niños y mayores

  • Son más vulnerables al calor.
  • Deben estar bien hidratados continuamente y no exponerse al sol en las horas centrales.
  • Vigila signos de deshidratación o fatiga.
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Alergia al polen: síntomas y tratamiento

La alergia al polen, también conocida como rinitis alérgica estacional o fiebre del heno, es una de las alergias respiratorias más comunes en todo el mundo. Afecta a personas de todas las edades. Especialmente en primavera, aunque también puede manifestarse en otras estaciones, dependiendo del tipo de polen presente en el ambiente.

Principales síntomas

Los síntomas de la alergia al polen pueden variar en intensidad, pero los más comunes son los siguientes:

  • Estornudos frecuentes
  • Congestión o goteo nasal
  • Picor en la nariz, ojos y garganta
  • Ojos rojos, llorosos o hinchados
  • Tos seca o irritativa
  • Fatiga, dificultad para concentrarse o alteración del sueño (por síntomas nocturnos)
  • Asma alérgica, con dificultad para respirar, silbidos en el pecho y sensación de opresión.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico se realiza a través de una historia clínica detallada y pruebas específicas, como:

  • Pruebas cutáneas (prick test). Se aplica una pequeña cantidad de alérgeno en la piel para observar la reacción.
  • Análisis de sangre. Mide la presencia de anticuerpos IgE específicos frente al polen.

Tratamiento y prevención de la alergia al polen

No existe una cura definitiva, pero sí formas de aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida:

1. Evitar la exposición

  • Mantener las ventanas cerradas en días con altos niveles de polen.
  • Ducharse y cambiarse de ropa al llegar a casa.
  • Usar gafas de sol al aire libre.
  • Consultar el índice de polen en apps o sitios web especializados.

2. Medicación

  • Antihistamínicos. Alivian el picor, estornudos y secreción nasal.
  • Corticoides nasales. Reducen la inflamación de las vías respiratorias.
  • Descongestionantes (uso limitado). Alivian la congestión, pero no deben usarse por más de 3-5 días seguidos.

3. Inmunoterapia (vacunas)

Es el único tratamiento que puede modificar el curso de la enfermedad. Consiste en administrar dosis controladas del alérgeno para “educar” al sistema inmunológico y reducir la sensibilidad al polen.

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